martes, 21 de octubre de 2014

Principios de Proporcionalidad

Un relato un poco más largo que publiqué hace años en algunas revistas digitales. Mi intención al escribirlo fue mostrar mi extrañeza por lo difícil que parece a veces ver lo más evidente, pero no estoy seguro de haber elegido el mejor medio para trasmitir esa idea. En fin, espero que nadie se mida las orejas después de leerlo, o al menos, si lo hace, que no se lleve una decepción.  

Bernardo Cifuentes tenía el pito pequeño y cara de pocos amigos. Lo de la cara era notorio, cualquiera por la calle podía verlo. Lo del pito no tanto, solo los que íbamos al gimnasio con él y algunos familiares cercanos podíamos saberlo, aunque, claro, no se puede decir que, al menos nosotros, lo mantuviéramos muy en secreto.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Azul y blanco

Después de pasar casi un verano entero en Madrid, ¿con qué voy a soñar? Pues con cosas muy raras. Como éstas.

Sueño una calle blanca al sol de agosto. Hay un banco de piedra en el que me gustaría sentarme un rato, a secar esta humedad que me pudre la piel, a ver pasar chicas vestidas de colores vivos, pero es temprano aún y la calle está desierta. No hay rojos ni verdes, así que me conformo con ver pasar las nubes, rotas en jirones blancos sobre un fondo azul brillante. El aire huele a mar y a sábanas tendidas. Todo es azul y blanco.

jueves, 7 de agosto de 2014

La realidad tras los Diarios de Guerra

Esta es la primera parte de la presentación que hice de mi novela "Diarios de Guerra, Madrid 2011" en la Feria del Libro de Cádiz y en la librería Enclave de Libros, de Madrid, en la que trato de responder a la pregunta ¿qué hay de realidad en ella?

En esta novela he seguido la tradición, que no estoy muy seguro de que exista, del realismo cómico, utilizando a una serie de personajes y de situaciones puramente ficticias y muchas de ellas deliberadamente humorísticas, para tratar de describir una realidad muy dura de la forma más fidedigna posible, tratando de evitar por otro lado la inducción al suicidio colectivo. Evidentemente el ojo del observador, es decir, el mío, introduce una fuerte carga subjetiva, pero al fin y al cabo se trata de una novela, y cuando uno hace literatura, de alguna manera se ve obligado a tomar partido. En ese sentido podríamos decir que en esos diarios hay dos capas de verdad con una de ficción en medio, una especie de sandwich de pan duro con un poco de nocilla dentro para que el bocadillo se pueda digerir. La capa inferior es la realidad que trato de contar y la superior es la sinceridad con la que es necesario contarla. Esas dos capas son lo realmente importante, y sin embargo, lo que queda escrito en el papel es lo de en medio, la ficción, el cuento chino. Pero al fin y al cabo esto no es más que uno del los misterios, y no el mayor, de la literatura.

jueves, 31 de julio de 2014

Elegía

Este cuento lo escribí hace años, cuando aún vivía en Viña del Mar, Chile, y fue el primero que me atreví a publicar, en una revista canadiense que se llamaba (o se llama) Proyecto Sherezade. Qué cosas...

Do mayor. El pulgar pulsa la quinta y comienza el baile. La menor. Una pareja se levanta y se dirige al centro de la pista. Los miro sin verlos. Me duelen las manos, sobre todo la izquierda, la artritis le pone fuego a cada cambio de acorde. Sol mayor. Un solo rasgueo y un respiro. Ahora viene un arpegio en Fa mayor, la nota más cruel, con el índice en cejilla. Por más que aprieto no piso bien las cuerdas, y el ruido sordo del bordón pone nerviosa a la cantante, que gira la cabeza hacia mí con gesto de súplica. Ojalá se enfadara, podría decirle que no es culpa mía, que son estos malditos huesos y tendones.

lunes, 21 de julio de 2014

Sacrificio en Naranja

Hace unos meses, el artista gaditano José Alberto López me propuso escribir un relato para acompañar a un cuadro titulado Sacrificio, de Víctor Castillo, que se iba a publicar en el nuevo número de la revista cromomagazine, dedicada íntegramente al color naranja. El cuento se titula como el cuadro, Sacrificio, y podéis leerlo aquí:

http://issuu.com/cromomagazine/docs/cromomagazine_naranja/28

martes, 15 de julio de 2014

Ciudad

Esta ciudad es una mujer viajando en un tren abarrotado que aparta nerviosa su mano al rozarla con la mía. Es un ejecutivo con traje oscuro, camisa de cuadros y corbata de nudo ancho hablando por el móvil en la puerta del supermercado, y también es la rumana, que sentada en el suelo, trata de llamar su atención para mostrarle un trozo de cartón donde se leen tres líneas escritas con tiza blanca, quizás sus obras completas, o su autobiografía. Es un tumor que crece insensible a las llagas que dejan los taladros, a los golpes de los martillos y a los gritos de los obreros que caen de los andamios, tan negros que se terminan confundiendo con el asfalto. En esta ciudad la gente muere poco, o lo hace con discreción, sin pegar esquelas en los escaparates, sin avisar tan siquiera a los vecinos para que hagan bulto en el sepelio; aquí los muertos no dejan huella, sólo plazas vacantes.

domingo, 13 de julio de 2014

Diarios de Guerra, Madrid 2011. Reseña de la editorial.

Reseña de mi novela Diarios de Guerra, Madrid 2011, publicada en la colección de Narrativa de la editorial El Viejo Topo, en febrero de 2014.

“Ha ocurrido algo. No, lo que quiero decir es que está ocurriendo algo. Ahora mismo. Está ocurriendo que estoy encerrado en mi despacho, un domingo por la tarde, escribiendo, algo que no había vuelto a hacer desde que me casé, hace muchos, muchísimos años”. Así comienzan estos diarios, escritos desde el estupor de una vida sólida y apacible que de repente decide caerse a pedazos, de una guerra que un día estalló sin que nos diéramos cuenta y en la que no somos capaces de distinguir con claridad quién está en nuestro bando, si es que hay alguien en él.

Diarios de Guerra, Madrid 2011 es la crónica de una rebelión, la de un directivo de una gran empresa en el declive de su carrera, uno más entre los bien domesticados padres de familia de la alta burguesía española, espectador cínico y complaciente en un mundo empresarial en el que la libre competencia, el gran mandamiento de la sacrosanta religión del liberalismo, es simplemente una falacia y donde las conductas abiertamente criminales están al servicio de la codicia insaciable de los grandes empresarios, los grandes tarados, en palabras de uno de los personajes de la novela, “esos enfermos mentales que teniendo dinero para vivir como reyes ellos y cinco generaciones más de sus numerosas familias, siguen levantándose cada día con la obsesión de ganar un contrato más, de sobornar a un político más, de hundir a un competidor más, de ganar más y más dinero…”.

martes, 8 de julio de 2014

El asesino

Sí, claro que fui yo, prefiero contártelo de una vez antes de que sigas inventando más historias. Para empezar, yo nunca tuve nada en contra de tu último relato, y si le golpeé fue sólo porque al muy idiota se le ocurrió abalanzarse sobre mí en la oscuridad de tu dormitorio. Te aseguro que incluso me alegré cuando supe que no le había pasado nada. Después aparecieron tus rimas, esas histéricas, chillando como si yo fuera a degollarlas. Tengo que confesar que disfruté arrancándoles la ropa interior y corriendo detrás de ellas por  la casa, pero tampoco eran lo que buscaba, así que terminé encerrándolas en el armario donde guardas los trapos sucios y las escobas, antes de que sus gritos alertaran a los vecinos. Después revolví todos los cajones hasta que por fin la encontré, encogida y tiritando de pánico, bajo tu cama. No, no puedo negar que fuera premeditado, pero te juro que no me ensañé con ella. Al salir a la calle, con las manos aún manchadas de negro, la miré por última vez y lo único que sentí fue alivio. Tu biografía yacía en el suelo, muerta, sobre un charco de tinta, y yo había perdido por fin el miedo a conocerte.

(c) Javier Warleta

viernes, 4 de julio de 2014

El imbécil

Dado que a las siete y media de la mañana todos los imbéciles se parecen bastante, propongo que elijamos uno al azar, por ejemplo, éste que se acerca por la acera. A primera vista no hay nada de él que nos llame especialmente la atención. Observémoslo más detenidamente. Pasa a nuestro lado caminando a buen paso, con una mano dentro del bolsillo del abrigo mientras la otra balancea un maletín de cuero. En realidad no tiene prisa, lo que tiene es decisión. Para ser más exactos, tiene ese hábito de parecer decidido que requiere cierta velocidad en el andar y una mirada capaz de fijarse en el suelo, a unos metros delante de sus pies, y taladrarlo, hasta llegar al fondo de la cuestión. 

Cualquiera diría que nuestra historia no va con él. 

domingo, 29 de junio de 2014

Canción en Re

Nada más irte comenzó a nevar con fuerza, como para impedir que saliera a buscarte. Si me tengo que quedar en casa preferiría que no parara de nevar, que la ciudad entera se cubriera de una capa de nieve tan espesa que sepultara las calles y las farolas y los edificios y que tardara tantos años en fundirse que, cuando lo hiciera, ya no supiera reconocerte.

Nieva en Madrid y cada copo que golpea el cristal de la ventana por la que te veo alejarte deja un tenue sonido en Re, siempre la misma nota para una canción que suena como tú, monótona e inevitable.

(c) Javier Warleta

sábado, 28 de junio de 2014

Principios de complementariedad

Una fría mañana de Enero, el hombre sin memoria y el hombre sin olvido se encontraron casualmente en el metro. Se reconocieron de inmediato, fue fácil, cada uno vio dibujado en el perfil del otro el contorno de su propia ausencia, afanándose uno en llenar por completo lo que el otro estaba condenado a mantener para siempre vacío. Estrecharon sus manos, sin hablar, y luego se fundieron en un abrazo. Permanecieron así unos segundos, disfrutando del encuentro tantas veces soñado, el tiempo justo para que el hombre sin memoria olvidara a quién estaba abrazando y para que el hombre sin olvido comprendiera que nunca podría perdonar tal desplante.

(c) Javier Warleta