Nada más irte comenzó
a nevar con fuerza, como para impedir que saliera a buscarte. Si me tengo que
quedar en casa preferiría que no parara de nevar, que la ciudad entera se
cubriera de una capa de nieve tan espesa que sepultara las calles y las farolas
y los edificios y que tardara tantos años en fundirse que, cuando lo hiciera,
ya no supiera reconocerte.
Nieva en
Madrid y cada copo que golpea el cristal de la ventana por la que te veo
alejarte deja un tenue sonido en Re, siempre la misma nota para una canción que
suena como tú, monótona e inevitable.
(c) Javier Warleta