Este cuento lo escribí hace años, cuando aún vivía en Viña del Mar, Chile, y fue el primero que me atreví a publicar, en una revista canadiense que se llamaba (o se llama) Proyecto Sherezade. Qué cosas...
Do mayor. El pulgar pulsa la quinta y comienza el baile. La menor. Una pareja se levanta y se dirige al centro de la pista. Los miro sin verlos. Me duelen las manos, sobre todo la izquierda, la artritis le pone fuego a cada cambio de acorde. Sol mayor. Un solo rasgueo y un respiro. Ahora viene un arpegio en Fa mayor, la nota más cruel, con el índice en cejilla. Por más que aprieto no piso bien las cuerdas, y el ruido sordo del bordón pone nerviosa a la cantante, que gira la cabeza hacia mí con gesto de súplica. Ojalá se enfadara, podría decirle que no es culpa mía, que son estos malditos huesos y tendones.